El cálculo avanzado de la inflación en España durante el pasado mes de enero es de un incremento interanual del 3 por ciento, índice que dobla al registrado en la zona euro de la Unión Europea. El encarecimiento de la electricidad y los combustibles se apuntan como principales responsables del alza, aunque tanto el Gobierno español como los expertos consideran que se moderará a partir del primer trimestre de este ejercicio. En todo caso, desde el año 2012 nuestro país no registraba un dato del IPC tan elevado como este y rompe, de manera abrupta, la tónica estable que se venía manteniendo en los últimos años.

Dependencia energética. La época en la que los combustibles derivados del petróleo se habían abaratado, como consecuencia de una sobreexplotación de los países productores, ha finalizado. Las restricciones acordadas por la OPEP, después de años sin ningún tipo de acuerdo, han cambiado de manera radical el escenario del que tanto se ha beneficiado España. Ahora vuelve a evidenciarse la dependencia energética de nuestra economía, circunstancia que se añade a una pérdida de competitividad en relación al resto de países europeos de la moneda única. Las economías familiares ya notan los efectos de este importante repunte inflacionario, circunstancia que acabará teniendo su efecto en el consumo.

La moderación. El Gobierno y los economistas vaticinan que a partir del primer trimestre se iniciará una tendencia a la baja en la inflación, que se considera que cerrará el ejercicio de este 2017 en torno al 1,5 por ciento. En cualquier caso, las previsiones confirman una importante pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos, que, en el caso de los pensionistas, es especialmente grave si se tiene en cuenta que la subida para este año ha sido sólo de 0,25 por ciento. Tan perjudicial es para la economía la inflación negativa como su repunte desbocado, más cuando ya no se disponen de mecanismos unilaterales para poder corregirla.