A la vista de las condenas dictadas por la sentencia del ‘caso Nóos’, que la Audiencia Provincial hizo pública ayer, la trama urdida por Diego Torres e Iñaki Urdangarin dista mucho del empaque y complejidad que trascendió durante la instrucción de la causa. Las penas asignadas son muy inferiores a las peticiones realizadas por la Fiscalía y las diferentes acusaciones particulares, además de incluir una decena de absoluciones de encausados. En este sentido destaca la exoneración de la infanta Cristina, aunque deberá pagar una multa por una infracción fiscal. En su conjunto, la conclusión a la que llegan las juezas de la Audiencia es que Nóos no tuvo la magnitud que se le atribuyó desde un primer momento, al menos desde la perspectiva penal; cuestión muy distinta a la percepción que de todo este asunto ha acabado teniendo el conjunto de la sociedad española.

Muchas absoluciones. Uno de los aspectos más destacados del fallo es, sin duda, el importante número de absoluciones –diez en total–, de modo que acota sólo a Balears la perversa trama de Nóos y libera las ramificaciones en Valencia y Madrid. En este línea tampoco pasa desapercibido el severo correctivo que se impone al expresident Matas, tres años y ocho meses de cárcel, frente a las condenas que se imponen a Torres y Urdangarin. En todo caso no cabe otra opción que acatar la decisión judicial, que puede ser corregida por el Tribunal Supremo, a pesar de las sorprendentes conclusiones finales respecto a las expectativas iniciales.

La corrupción, el objetivo. Aunque no con la severidad que cabía esperar, la Audiencia Provincial no ha dejado impune el comportamiento de quienes crearon Nóos con la clara intención de saquear las arcas públicas, incluso cuando entre los encartados figura el cuñado del Rey de España. La sentencia Nóos aguó las expectativas de una sociedad ansiosa por acabar con la corrupción política, pero es el coste de asumir el imperio de la ley.