El incendio que ayer calcinó ocho hectáreas de vegetación en ses Feixes des Prat de Vila ha vuelto a poner de manifiesto la vulnerabilidad de nuestro territorio ante los fenómenos naturales, como ya pasó meses atrás con los temporales de viento y lluvia que causaron numerosos desperfectos por buena parte de la isla. Eso sí, hay que tener en cuenta que sus consecuencias se ven magnificadas por la acción humana o, en este caso, más bien, por la inacción.

Degradación continua. Desde que los bancales que rodeaban Vila dejaron de utilizarse, la zona sólo ha hecho que degradarse día tras día. En 2009, una parte de ses Feixes dejaron de ser urbanizables para pasar a suelo rústico protegido por el PGOU de la ciudad de Ibiza y muchos de sus propietarios vieron truncados sus deseos de urbanizar estas tierras, las actuaciones de las administraciones públicas en esta zona considerada de alto valor ecológico y patrimonial pueden contarse con los dedos de una mano. Los políticos, de uno y otro lado han sido incapaces de elaborar un plan para que ses Feixes sea un lugar decente del que los ibicencos puedan sentirse orgullosos. Ninguno de los políticos que han ocupado el despacho situado en lo más alto de Can Botino y del edificio acristalado de la avenida España han sabido coger el toro por los cuernos y apostar decididamente por ses Feixes, pese a que año tras año sus arcas se llenan de millones de euros de remanente que no han utilizado durante el ejercicio anterior.

Oportunidad única. Tras el incendio, la vegetación volverá a brotar en ses Feixes. Al tiempo. Quizás las llamas han dado ahora una oportunidad única a los actuales gobernantes para que decidan qué futuro quieren para el segundo humedal más importante de la isla, porque lo que ha quedado claro es que si no se actúa ses Feixes des Prat de Vila volverán a convertirse en una zona degradada para la vergüenza de los ‘vileros’ y de los miles de turistas que pasean por las calles de la ciudad.