El Govern que preside Francina Armengol vive una auténtica tormenta política por los contratos asignados a dedo al jefe de campaña de Més, Jaume Garau. El conseller de Turisme, Biel Barceló, concedió a su gurú de comunicación un contrato superior a los 50.000 euros concedido a través de un negociado sin publicidad. Es decir, el contrato se asigna tras invitar a tres empresas a participar para dársela a una de dichas empresas. Para el Govern es legal, pero algunos de estos contratos han acabado en los tribunales. El Ejecutivo, además, ha concedido otros contratos al jefe de campaña de Més. Uno de ellos, que realmente llama la atención, debía analizar qué tipo de público asistía a los conciertos de la Sinfónica de Balears. Se desconoce si en este estudio se analizó también Ibiza o solo Mallorca. Imaginamos que solo Mallorca.

Muy poco estético. En su defensa, Biel Barceló dice que este tipo de contratos negociados sin publicidad son legales y que se han hecho en numerosas ocasiones. Si bien es así, ¿qué criterio se utilizó cuando el gobierno de Antich denunció contratos similares ante la Fiscalía? Si eran legales, ¿a qué se debe que planteasen dudas jurídicas? La defensa de la legalidad no puede pasar a un segundo plano, y tampoco parece que dar contratos que superan los 150.000 euros al que fuera jefe de campaña de Més sea ni ético ni estético.

Puede acabar mal. Sin duda, la tormenta política puede derivar en una grave crisis si, finalmente, la presidenta Armengol se ve obligado a adoptar medidas. No hay que descartar que Biel Barceló pueda ser obligado a dimitir por beneficiar a su jefe de campaña. Cuando la legislatura aún no ha llegado al ecuador empiezan a amontonarse asuntos que están enturbiando la gestión diaria. No hace falta recordar los esperpénticos episodios vividos en el Parlament, o las contrataciones de parejas en el gabinete autonómico. Sin embargo, beneficiar a una empresa de la forma que lo ha hecho Barceló y sus compañeros de partido ha superado unas líneas rojas que deberían derivar en responsabilidades políticas. Las excusas no sirven.