El pleno del Parlament volvió a ser ayer un ejemplo más de lo que no debe ser el debate político, en esta ocasión a cuenta de la grave crisis en la que se encuentra inmerso el Govern. Las réplicas a la oposición no puede tener como único argumento el ‘y tú más’ que desprendían las palabras del responsable de Medi Ambient, Agricultura i Pesca, Viçenc Vidal, que ha asumido de manera temporal las responsabilidades de la cesada Ruth Mateu en Transparència, Cultura i Esports. El ciudadano asiste atónito a estos rifirafes entre los políticos, que nada aclaran y a nada conducen mientras algunos de los más directos protagonistas, como la presidenta Armengol y el vicepresidente Barceló, optan por la inacción.

Las grietas del Govern. La presidenta del Govern, Francina Armengol, no puede dar por zanjada su intervención en la crisis con las explicaciones del viernes tras el cese de la consellera Mateu, que derivó en la salida de Més per Menorca del ejecutivo autonómico. Con esta actitud se vuelven a repetir los errores del pasado al considerar que lo ocurrido atañe en exclusiva a uno de los socios del Pacte, en este caso a Més. Al contrario, lo que está en peligro es la esencia de la coalición que gestiona la Comunitat Autònoma, el cual da la impresión que Armengol entiende –como ya ocurrió en el pasado– en clave de compartimentos estancos entre los partidos que la integran.

El silencio de Barceló. El vicepresidente y conseller de Turisme, Biel Barceló, detonante de la cascada de acontecimientos por los contratos que su depatamento firmó con empresas del que fue su jefe de campaña, también ha decidido callar. Un silencio que, en definitiva, hace sospechar sobre una falta de argumentos para explicar lo ocurrido –agravado con la decisión de la Fiscalía de abrir una investigación–. La defensa de sus posiciones no puede sostenerse en los clamorosos fallos de sus adversarios en el pasado, como se hizo en el pleno de ayer, los ciudadanos no quieren esto.