La designación de la ibicenca Fanny Tur como responsable de la Conselleria de Cultura, Participació i Esports abre una nueva etapa en la crisis que vive el Govern, cuya presidenta –y no es un detalle menor– no quiso informar de la nueva incorporación. El vaivén político que sacude los diferentes departamentos gubernamentales está lejos de encontrarse controlado y mucho menos neutralizado, las pesquisas policiales a instancias de la Fiscalía sobre eventuales irregularidades en las adjudicaciones de contratos menores puede deparar todavía importantes consecuencias. La realidad es la que es, aunque desde el Consolat de la Mar se trate de aparentar que el problema ha quedado resuelto.

Tres conselleras. Tur será, a partir del lunes, la tercera responsable de la Conselleria de Cultura, que ha perdido el área de Transparència para adscribirla a la Conselleria de Presidència, en manos de la socialista Pilar Costa. El movimiento parece que ha tenido por objeto alejar de la órbita de Més un área tan delicada y que ha sido el orígen del conflicto interno en el que se encuentra sumido el Govern, el cual ha generado importantes recelos entre sus socios. En este sentido es más que elocuente la posición de los responsables de Podemos, reacios a dar por buena la solución planteada por la presidenta.

Un futuro incierto. El intento de contención en la dimensión de la remodelación del Govern, que se ha limitado a la substitución de la destituida Ruth Mateu y que se saldó con la salida de Més per Menorca, mantiene abiertas serias incógnitas. Una cartera tan delicada y trascendente como es la de Turisme, que además incluye la vicepresidencia que ostenta Biel Barceló, deja en manos de jueces y fiscales la apertura de otra crisis –si es que ésta no alcanza a Cort–; en esta caso de más calado si cabe y siempre con un lapso temporal más próximo al fin de la legislatura. Se ha perdido una ocasión magnífica para replantear los equilibrios del Govern, y darle la estabilidad que necesita.