Los vecinos de s’Eixample Nou celebraron el sábado una votación sobre el futuro albergue municipal previsto por el Ayuntamiento de Vila. Sin ninguna sorpresa, ganó el ‘no’ de forma aplastante. Era lo más lógico teniendo en cuenta el rechazo que habían mostrado los vecinos por los problemas que pueda generar este centro social. La votación, evidentemente, no tiene ninguna validez jurídica, ni siquiera política. Pero sí es un toque de atención al Ayuntamiento de Vila. Los vecinos, hay que reconocerlo, han sabido organizarse y han sido hábiles a la hora de convocar una consulta ciudadana, las que tanto gustan a las fuerzas de izquierdas cuando las promueven. Si la convocan los vecinos, al parecer, no tiene ninguna validez.

Negociar. Hay posturas a favor y posturas en contra del albergue. Todas son respetables, y también el Ayuntamiento de Vila tiene plenas competencias para elegir el centro que tiene que acoger a las personas con dificultades. Sin embargo, hay que escuchar a los vecinos, conocer sus preocupaciones, darles respuestas, pero parece que el Ayuntamiento de Vila ha hecho oidos sordos. Aún hoy ha sido imposible recabar una valoración oficial del gobierno municipal sobre la votación del sábado. Ni un simple comentario, más allá del tuit de Joan Ribas del domingo. Calificar la consulta como una «actividad vecinal» es una falta de respeto a los vecinos.

Es democracia. El gobierno municipal de Vila ha convocado consultas ciudadanas a través de su web que han tenido mucho menos partipación que la votación del sábado. Evidentemente que los vecinos quisieron tener un gesto para demostrar lo que piensan. También es evidente que la votación era incómoda para un Ayuntamiento que sí consulta sobre el cambio de nombre de un paseo pero que no considera necesario hacerlo sobre la instalación de un albergue. Todo es lícito. Tanto la postura del Ayuntamiento, pero también la actuación y la movilización de los vecinos. A estas alturas parece que nadie debería dar lecciones de democracia a los demás. Y no estaría de más dialogar con los vecinos, buscar puntos de encuentro. Ya sabemos cómo acaban los gobiernos que se niegan al diálogo.