Este periódico ha venido informando durante dos días de la tensión que se ha vivido en Porroig con la demolición de las casetas de pescadores. El Ministerio de Medio Ambiente decidió tirar abajo cinco casetas porque, argumentaron, eran imprescindibles unas obras de emergencia tras los desprendimientos en la zona durante el pasado febrero como consecuencia de la tormenta que se registró en Ibiza. Pese a la presión de los vecinos, y también del propio Ayuntamiento de Sant Josep, la excavadora actuó con contundencia en Porroig.

Alegalidad. El debate sobre las casetas varadero es complejo y tiene un componente social muy importante. Aparentemente tiene poco sentido que haya una serie de privilegiados, en los tiempos que corren, que puedan disfrutar de una exclusiva caseta junto al mar. La mayoría de ellas han dejado de cumplir la función por la que fueron construidas en su momento: guardar las barcas de pesca. Hoy en día muchas de estas casetas sirven para hacer las paellas de los domingos, quizás en algunas se depositan las barcas, pero el objetivo principal es disfrutar de un espacio exclusivo junto al mar por el cual algunos propietarios han pagado cantidades irrisorias. Parecía que en 2014, tras mucho tiempo de negociación, se había llegado al acuerdo para legalizar estas casetas varadero. Se calcula que en Ibiza podría haber unas 1.500 casetas de pescadores, de las cuales apenas 100 eran Bien de Interés Cultural. Sin embargo, muchas casetas como las de Porroig se encontraban en una situación alegal.

¿Y ahora qué? Como decimos, la continuidad de estas casetas varadero crea un debate social muy amplio e interesante, pero la demolición de las cinco casetas de Porroig suponen un peligroso precedente. ¿Actuará Costas de la misma forma con otras casetas que se encuentren en la misma situación? ¿Serán inflexibles ante los propietarios que busquen soluciones para no derribar lo que, evidentemente, es un bien muy preciado y exclusivo? Sin duda, lo ocurrido en Porroig es un precedente que dará mucho que hablar.