El secretario general de Podemos en Balears, Alberto Jarabo, anunció ayer su renuncia a presentar su candidatura en las primarias que debe elegir al nuevo líder de la formación morada en las Islas. La decisión es el último episodio del enfrentamiento directo con su todavía su número dos, Laura Camargo, que cuenta con el apoyo de todo el grupo parlamentario y de representantes de la formación en otras instituciones. Los duros reproches entre Jarabo y Camargo, aunque ninguno de ellos ha llegado a formalizar su candidatura, es una buena prueba de la tensión interna que vive el partido y su evidente crisis de liderazgo, derivada de su papel en el seno del Pacte.

Jarabo, desprestigiado. El hecho de que Jarabo admitiese su participación en el negocio del alquiler turístico, al ofrecer un apartamento en Son Serra de Marina, y ocultar esos ingresos a la Agencia Tributaria –que le exigió una declaración de renta complementaria– han erosionado sus posibilidades para revalidar el cargo. Además, Laura Camargo, ha sabido denunciar el discurso errático de su oponente al que se le reprocha su proximidad al Govern sin contar con el apoyo de las bases; toda una declaración de principios de la nueva orientación que puede tomar Podemos en los próximos meses.

Inmersión en la realidad. Jarabo renuncia a seguir al frente de Podemos, una formación que ha registrado un crecimiento meteórico en las urnas pero que, al menos en Balears, no ha logrado digerir su papel en la escena política. El mensaje de frescura y desparpajo con el que llegó a las instituciones se ha convertido, en apenas dos años, en una clara acomodación a los comportamientos instalados en la clase política desde hace décadas. Sin Jarabo todo indica que Podemos quiere afrontar una nueva etapa con un cambio radical respecto de la dinámica mantenida hasta ahora, una apuesta en la que su militancia, y los electores, tendrán la última palabra.