El salvaje atentado que tuvo lugar en la tarde del pasado jueves, y los hechos ocurridos en la madrugada de ayer en la localidad de Cambrils, han permitido comprobar el elevado grado de coordinación existente entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; extremo corroborado por el titular de Interior de la Generalitat, Joaquim Forn. Los mandos de los Mossos d’Esquadra, Policía Nacional y Guardia Civil han dado un ejemplo de cooperación en unos momentos tan delicados. Este clima se ha extendido, también, a los responsables políticos del Gobierno español y de Catalunya, encabezados por los presidentes Rajoy y Puigdemont, los cuales han transmitido una imagen de unidad ante la barbaria terrorista del yihadismo radical que ya se ha cobrado 14 vidas de inocentes.

El clamor ciudadano.

Barcelona fue ayer un clamor. Miles de personas corearon en la Plaça de Catalunya de Barcelona No tinc por!, una lema claro e inequívoco de firmeza ante el ataque terrorista de que fue objeto la capital catalana que también comparte el resto de la sociedad española. Las principales autoridades del Estado, con el Rey a la cabeza, supieron dejar de lado las diferencias políticas ante una hechos de extrema gravedad que han vuelto a situar a nuestro país en el centro de la amenaza islamista, como lo fue el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Han cambiado los modos y estrategias, pero el fin de estas acciones sangrientas no es otra que socavar los principios de la libertad y la tolerancia que caracterizan las sociedades occidentales.

No defraudar las expectativas.

La sociedad española no entendería que este clima de entendimiento institucional pueda romperse en el futuro por la búsqueda de réditos políticos o electorales, la ofensiva contra el terrorismo –como hasta ahora ha sido contra ETA– requiere un bloque sin fisuras entre los demócratas. Una lección que siempre hay la tentación de olvidarla de manera intencionada.