El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, debería actuar con responsabilidad y anunciar de forma inmediata que el referéndum del día 1 de octubre se desconvoca. Quizás Puigdemont no tuvo en cuenta la fuerza de los instrumentos del Estado y ahora la situación en Cataluña ya es insostenible. En las últimas horas se ha sabido que los líderes de Omnium Cultural y la Asamblea Nacional Catalana han sido acusados de sedición por todas las protestas que se están viviendo en Barcelona, un episodio más que se suma a la detención de 14 altos cargos de la Generalitat, los registros de departamentos autonómicos y de empresas privadas vinculadas a la organización del referéndum.

No tiene ningún sentido. La aventura secesionista de Puigdemont debe terminar lo antes posible. Su anunciado referéndum no tiene ninguna posibilidad de celebrarse por mucho que se ponga al alcance de los ciudadanos una página web para que sepan dónde tienen que votar. ¿Creen los dirigentes de la Generalitat que la Guardia Civil no impedirá el domingo 1 de octubre la celebración del referéndum? ¿Está convencido Puigdemont de que el Estado se quedará con los brazos cruzados mientras él sigue con su convocatoria de referéndum? ¿No cree que sería más responsable paralizar todo el proceso para evitar más conflictividad social? Puigdemont aún está a tiempo de evitar que las cosas se compliquen en Cataluña.

Estado de Derecho. Lo que realmente preocupa es que salgan miembros del gobierno de la Generalitat y digan públicamente que viven en un Estado de excepción y que el Estado de Derecho ya no existe en Cataluña. ¿Creen los consellers catalanes que podrían hacer este tipo de manifestaciones en regímenes dictatoriales? Sería deseable que no intenten confundir a la opinión pública, que no aviven la conflictividad social, pero sobre todo que no den lecciones de democracia después del inédito episodio vivido la semana pasada en el Parlament catalán, que no olvidemos que se ha cerrado hasta después del 1 de octubre.