Cataluña vivió ayer un día muy triste. La celebración del referéndum pasó a un segundo plano por culpa de los incidentes que se produjeron desde la apertura de los colegios electorales entre agentes de la Policía, Guardia Civil y ciudadanos que acudían a votar. Nada volverá a ser igual en Cataluña y entre la Generalitat y el Gobierno central en los próximos meses. Con lo ocurrido ayer se ha creado una distancia abismal que tardará muchos años en normalizarse. Fue un día triste por muchos motivos. El primero, por la celebración de un referéndum que no tenía las garantías democráticas ni el aval constitucional para celebrarse. El segundo, por unos incidentes que se tendrían que haber evitado.

Las reglas del juego. Poco antes de abrirse los colegios electorales, la Generalitat cambió las reglas del juego y decretó el censo universal por el cual un ciudadano podía votar en cualquier colegio electoral. No parece que ese sea el mejor sistema, ni el más democrático, para un proceso por el cual la Generalitat quiere presentarse como una futura nación ante el resto del mundo. Puigdemont acusó al Gobierno español por los incidentes con los manifestantes y el Ejecutivo español, a través de la vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaría, negó que el referéndum se hubiese celebrado.

Incidentes. Pero capítulo aparte merecen los incidentes vividos durante el día. En muchos colegios electorales la actuación policial fue excesiva, con golpes a personas mayores que intentaban votar. Se hablaba de casi medio millar de heridos por los incidentes entre policías y ciudadanos. Y también algunos agentes resultaron lesionados. En algunos vídeos puede verse a agentes pegando patadas de forma indiscriminada, de forma innecesaria. Pero también hay que cuestionar la actuación de los Mossos, que se inhibieron en su obligación de cumplir las decisiones judiciales de impedir la actividad en los colegios electorales. Con el 1 de octubre ha perdido Cataluña, la Generalitat catalana, pero también el Gobierno central. Un día para olvidar y un episodio vergonzoso de la historia de este país.