La decisión del ministro Cristóbal Montoro de levantar el control de las finanzas del Govern tras un año de supervisión absoluta y milimétrica ha de ser valorada desde dos perspectivas. Por un lado, es la más clara constatación de que Balears, gracias al esfuerzo de su gente, está saliendo con vigor de la crisis. Pero, desde otra vertiente, demuestra que este paternalismo ceñudo que exhibe el titular de Hacienda es contraproducente para una comunidad muy productiva y que aporta mucho más a las arcas del Estado de lo que recibe.

Autogobierno tutelado. Es una evidencia incuestionable que Balears está mal financiada, que supone una extraordinaria y sabrosa fuente de ingresos para el Ministerio y que tiene que asumir una deuda que ya estaría encauzada y en buena parte pagada si el Archipiélago no tuviese que asumir la exagerada factura de solidaridad que le exige Madrid. Balears es una comunidad productiva y a la par endeudada. En consecuencia, muy vigilada por Montoro, que quiere garantizarse hasta el último céntimo posible para sus arcas conforme al actual sistema de financiación.

Seguir adelante. Hasta el estallido del conflicto catalán y el consiguiente golpe a la economía de Cataluña –cada vez más evidente– y al conjunto de la marca España, la recuperación económica del Estado marchaba a buen nivel. Ahora vuelven a aparecer sombras sobre el ritmo de crecimiento a causa de este choque político. Es muy importante que impere la prudencia. Pero, en este confuso contexto, el Govern no debe bajar la guardia y seguir exigiendo un sistema de financiación más justo. Eso potenciará la capacidad inversora del autogobierno isleño y ahuyentará tentaciones de excesiva tutela por parte de Madrid. Los objetivos de tener una Comunidad Autónoma cada vez mejor dotada y sólida deben prevalecer. Todo intento de recentralización de competencias a causa del conflicto catalán sería perjudicial y contraproducente.