La Autoritat Portuària de Balears (APB) presentó ayer el avance del estudio sobre el impacto de los cruceros en Balears, un documento en cuya elaboración han participado la Universitat, la Cámara de Comercio y el Instututo Balear de Estudios Sociales (IBES). Los datos revelan la trascendencia de esta oferta turística, que ha tenido un crecimiento casi exponencial en los últimos años, al generar un volumen de negocio de 256 millones de euros anuales y 5.733 puestos de trabajo directos. A la vista de estas cifras, el presidente de la APB, Juan Gual de Torrella, reclamó huir del análisis emocional de este fenómeno e interesarse por su contribución al bienestar del conjunto de las Islas.

Una temporada polémica.
Este año han arreciado las críticas por la contínua presencia de los grandes cruceros recalando en los puertos comerciales de Balears, en especial en el de Palma. La inestabilidad política en algunos países ribereños del Mediterráneo han incrementando las escalas, circunstancia que suponía en algunos días el desembarco de miles de pasajeros durante unas pocas horas; un fenómeno perceptible en el centro de la ciudad y motivo de algunas muestras de rechazo. Tampoco han faltado advertencias sobre el peligro que entraña la contaminación de estos grandes buques durante su presencia en los puertos.

Impacto distribuido.
La presencia de los cruceros en los puertos de las Islas tiene una enorme importancia económica, que rebasa los ingresos directos de la APB o las miles de contrataciones laborales que lleva aparejada. El estudio –hay que insistir que en colaboración con la UIB, laCámara y el IBES– detalla que el crucerista es, con diferencia, el turista que más gasta en tierra; con un efecto determinante en el comercio y la restauración que también debe ser tenido muy en cuenta. Con todo, es preciso tratar de garantizar, en la medida de los posible, una convivencia ordenada entre residentes y visitantes. Ambos saldrán ganando.