La revolución de las compras on line se está convirtiendo en uno de los grandes fenómenos de la actual década. En Balears se han producido alzas mensuales en los envíos de paquetería del 50% y las previsiones apuntan a un 75% durante Navidad. El comercio electrónico ha revolucionado el sector. Empresas como Amazon y Alibaba no sólo se han introducido con fuerza imparable, sino que ya cuentan con un impresionante banco de datos de infinidad de clientes, conociendo gustos, tendencias y preferencias de los clientes, además de poder analizar los diferentes segmentos de poder adquisitivo. Estos bancos de datos acabarán por determinar la producción y los comportamientos del mercado global.

Cambios de costumbre. Es evidente que las grandes superficies y el comercio tradicional podrán mantenerse a partir de esta competencia. De hecho, las empresas fuertes se están adaptando, mientras que las pequeñas pueden resistir a partir de una personalidad y estilo propios, inimitables para los distribuidores a gran escala. Pero el futuro -más bien el presente- pasa por el on line. Las pantallas de los móviles y de los ordenadores son decisivas. Ahora es el consumidor tiene tal abanico de ofertas que puede imponer su gusto e incluso incidir en la dirección del mercado. También los precios tienden a adaptarse a esta inmensa, calculada y variadísima clientela electrónica.

Un vertiginoso siglo XXI. El actual siglo es un proceso de aceleración constante, jamás visto. El mundo parece diferente de un año a otro por las constantes innovaciones tecnológicas, capaces de convertir en obsoletos avances que parecían extraordinarios una década antes. Esta revolución, a la que se está sumando la robótica a pasos agigantados, anuncia una época de transformación permanente. Vivimos el siglo de la eclosión de la ciencia al servicio del consumo de masas. Pero hace falta equilibrio social y laboral para que este nuevo mundo pueda seguir adelante.