El récord que registran los bancos de Balears en ahorro para los fondos y planes de pensiones es un reflejo sociológico de la mentalidad de la gente en la actual época poscrisis. En este momento se recuperan los niveles de renta, pero pervive el temor a inversiones arriesgadas. Hemos entrado en un tiempo nuevo en que los comportamientos de la ciudadanía son previsores, austeros y miran hacia un futuro en el que la seguridad es el principal activo. Vuelve, pese a los bajos intereses bancarios, la concepción del ‘rincón’ y del ahorrador a ultranza de mediados del siglo pasado, un estilo de vida que desapareció con los procesos inflacionistas causados por las dos crisis del petróleo en los años setenta.

El contexto promueve la actitud.
No hay que engañarse. Es el poder político, en concordancia con las decisiones de los consejos de administración de los bancos, el que acaba determinando el comportamiento de la gran mayoría de ahorradores. Cualquier política económica que en la actualidad no vaya dirigida al ahorro y a inversiones seguras ni interesa al propio sistema ni favorece el total saneamiento y la recuperación de las entidades crediticias. La potenciación de los planes de pensiones privados van directamente ligados a la evidente crisis que padece el sistema público de jubilaciones, que irá incrementándose a causa de la inversión de la pirámide poblacional.

Por una estructura más sólida.
De cara al futuro, y una vez superados los efectos más destacados de la crisis, cabe pensar en una estructura financiera y económica más equilibrada. En ella deberían tener garantías y perspectivas de seguridad las inversiones inmobiliarias bien estudiadas y, dentro del negocio bancario, productos como los fondos de inversiones. Equilibrio es sinónimo de solidez, no de excesivos vaivenes en el comportamiento de los ahorradores estando a merced de coyunturas todavía marcadas por situaciones de miedo e incertidumbre.