La pretensión de Carles Puigdemont de ser investido presidente de la Generalitat de Cataluña de forma telemática es otro despropósito que puede crear más tensiones con el Gobierno español. Ser investido presidente desde Bruselas es una frivolidad que no puede permitirse Cataluña y que podría derivar en la aplicación, de nuevo, del artículo 155 de la Constitución, tal y como ya ha advertido Mariano Rajoy en los últimos días. El propio Artur Más, exlíder de CDC, ha pedido responsabilidad a Puigdemont y le ha recomendado que piense en Cataluña y que se olvide de sus ambiciones personales. Y existe un grave problema: Puigdemont sabe que cuando pise España será detenido para que responda por sus actos ante la Justicia española, como cualquier otro ciudadano.

Irresponsabilidad.
Basta aplicar el sentido común para entender que el Parlament de Cataluña debe elegir a un presidente que esté presente en el Parlamento catalán, que pueda explicar su programa de gobierno, y debatir su propuesta con el resto de portavoces parlamentarios. Y que en el caso de resultar elegido rinda cuentas al Parlament y también a la Justicia, en su caso. ¿Piensa Puigdemont ser presidente de Cataluña desde Bruselas? Como ha dicho Felipe González, sólo falta que propongan elegir a un elefante como presidente de la Generalitat de Cataluña. Los letrados del Parlament catalán han hablado muy claro y han rechazado la posibilidad de que Puigdemont sea elegido presidente por la vía telemática, pero dichos informes no son vinculantes. Nadie descarta que la nueva Mesa del Parlament pueda saltarse de nuevo las recomendaciones de los juristas. No sería la primera vez.

Gobernar y reconducir la situación.
Lo que debería ocurrir ahora en Cataluña es que la situación vuelva a la senda de la normalidad, que los responsables políticos olviden sus planteamientos independentistas con actos unilaterales y que sea elegido el candidato más votado por los soberanistas. Los independentistas han conseguido el mayor número de votos y tienen todo el derecho del mundo a gobernar, pero desde el sentido común. Más frivolidades le harán un daño irreparable a Cataluña, que no se merece la sociedad catalana.