La presidenta del Govern, Francina Armengol, ha aprovechado su presencia en Fitur para defender que haya compensaciones con la ecotasa a los hoteles de Menorca que abran sus puertas más de cinco meses al año. Armengol justifica que Menorca merece este evidente trato de favor debido a que en aquella isla la temporada turística es más breve que en las Pitiusas, una tesis que defiende también con cierto entusiasmo el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres. “Nos gustaría que Menorca tuviese temporadas de nueve meses pero nos las tiene”, dijo Armengol en Madrid en defensa de la isla vecina.

La situación de Menorca.
En primer lugar, habría que explicar los motivos por los cuales la temporada en Menorca es más corta, teniendo en cuenta las características de la isla, con playas fantásticas y una oferta hotelera y gastronómica sobresaliente. ¿Que la temporada turística en Menorca sea más breve que en las otras islas no puede deberse a la propia voluntad de gran parte de la estructura empresarial de abrir menos meses al año? ¿Es verosímil que los turistas puedan penalizar a Menorca frente al resto de islas por algún motivo especial?

Instrumento de castigo.
De las declaraciones de Armengol se puede llegar a la conclusión de que la ecotasa penaliza a los hoteleros que, muchas veces, hacen un esfuerzo titánico para abrir más meses al año. Y que el impuesto, cuyos ingresos se reparten de forma caprichosa, a menudo ilógica y sin el consenso con las instituciones ibicencas, es un instrumento que castiga al sector turístico. Porque si hay que crear bonificaciones con la ecotasa a hoteles de Menorca para que abran más meses al año es porque el impuesto sí influye en la captación de turistas, sobre todo en el caso de familias. Armengol y los partidos que integran o dan apoyo al Govern, PSIB, Més y Podem, deberían rectificar inmediatamente y dejar de castigar a los hoteleros de las Pitiusas.