Formentera presume de ser la isla más estricta en protección del territorio. No es para menos. Se trata de la isla más pequeña de las Pitiusas y que disfruta de unas playas y espacios naturales que son la envidia en el mundo entero. Pero parece que no es oro todo lo que reluce. Este periódico informaba ayer domingo que el Supremo ha sido obligado a revisar las licencias de las mansiones de Punta Gavina, propiedad de Iak Andic, propietario de la multinacional Mango, y también del dueño de Ferrovial. El Supremo interpreta que el gobierno insular no respetó en 2010 el plazo de exposición pública ni el preceptivo informe jurídico.

Normativa muy estricta.
El Tribunal Supremo ha desestimado los recursos de casación presentados tanto por el Consell de Formentera como por Isak Andic, de Mango. Recordemos que en 2010 el gobierno insular de Gent per Formentera otorgó los permisos para la construcción de dos mansiones de 400 metros cuadrados en una zona calificada como Área Especial Interés (ANEI) gracias a una disposición transitoria que el gobierno insular añadió a su planeamiento urbanístico. La ley impedía -y sigue impidiendo a día de hoy- la construcción en este tipo de territorio. El empresario Leo Stöber considera que mientras a él se le impide construir en Punta Prima al dueño de Mango, y también al de Ferrovial, se le ha permitido construir en ANEI.

Crear precedentes.
La decisión del Tribunal Supremo es un varapalo para el Consell de Formentera. Lo peor que podría ocurrir es que los ciudadanos pensasen que estos dos empresarios han sido objeto de trato de favor por parte de un gobierno que intenta hacer creer que es el más estricto en materia de desarollo territorial y protección medioambiental. Proteger Formentera de la especulación urbanística necesita, sin duda, políticas valientes, pero el caso de estas dos mansiones no deja en un buen lugar al gobierno insular. Y crear precedentes no es bueno ni para Formentera ni para el futuro territorial de la isla.