La designación, por parte de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de la catedrática María Elósegui como representante española en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha levantado una enorme polvareda política debido a sus opiniones homófobas, toda vez que la jurista vincula la homosexualidad con el «desarrollo de distintas patologías». Se da la circunstancia de que Elósegui era la candidata con menos opciones a la plaza, pero logró situarse en la votación por delante de los otros dos candidatos. Uno de ellos –el expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos– contaba con el apoyo explícito del Gobierno pero fue descartado por sus deficientes conocimientos del inglés y francés.

Situación bochornosa.
Numerosos grupos vinculados con el movimiento LGTB, así como representantes de los principales partidos políticos españoles, han manifestado su rechado a la designación de Elósegui, que es responsable de la cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad de Zaragoza. Se da la circunstancia de que la comisión técnica recomendó finalmente a Pérez de Nanclares al puesto, tras el descarte de Pérez de los Cobos. Sin embargo, y por sorpresa, María Elósegui se ha hecho con la plaza a pesar de los claros precedentes homófobos en sus manifestaciones públicas. Cabe indicar que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos lo integran 47 miembros, uno por cada país miembro del Consejo de Europa.

La idoneidad
Incorporar a Elósegui –con un claro perfil ultraconservador– al tribunal que debe velar por la garantía de los derechos humanos y libertades fundamentales en Europa deja en ridículo a nuestro país, al tiempo que confirma la incapacidad del Gobierno para promover una terna de juristas solventes para un organismo tan trascendental como el TEDH. La imagen de España ha quedado muy tocada.