El Consell de Formentera ha decidido sacar a licitación el acceso al faro del Cap de Barbaria, donde se proyecta instalar un quiosco con 25 mesas y parasoles, además de casetas de baño de pago y se alquilarán bicicletas. Desde que el gobierno insular decidió cerrar al tráfico el acceso al Cap de Barbaria, la zona vive una situación mucho más sostenible y da lugar a hacer inversiones para que los visitantes, todos aquellos que quieren disfrutar de lo que representa la auténtica Formentera, puedan conocerla de verdad. Cap de Barbaria es uno de los lugares imprescindibles de la isla, pero evidentemente hay que dar facilidades. Y la creación de un servicio de bar, además de casetas de baño y el alquiler de bicicletas, son servicios que ni molestan desde el punto de vista medio ambiental y que además son positivos para el turismo que reclama Formentera.

Incomprensible.
Se entiende poco, por lo tanto, que el mismo Consell de Formentera que ahora apoya este proyecto, rechazase la instalación de un bar la pasada legislatura. Decía Jaume Ferrer que instalar un bar sería “ceder a un inversor privado un espacio que se caracteriza por su silencio ambiental que se rompería con la instalación de este tipo de actividad”. Sin duda, un argumento poco razonado que ahora la institución insular ha tenido que rectificar.

Combinar naturaleza y servicios.
Porque lo que hay que tener en cuenta es que los visitantes requieren facilidades para acceder a espacios públicos emblemáticos, como Cap de Barbaria. Fue un acierto indudable limitar el tráfico, pero también hay que tener en cuenta que un visitante que llega caminando hasta el faro necesita distintos servicios, que además se crearán en espacios desmontables. No parece que haya ningún problema medioambiental, pero a veces las administraciones dificultan y retrasan en exceso decisiones que son más que razonables y, sobre todo, necesarias y adecuadas para atender al importante volumen de visitantes que acuden al lugar.