Es incomprensible la actitud del alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, persona a quien hay que suponer cierta talla política aunque los hechos demuestran que carece de ella. Ayer criticó duramente a la Conselleria de Treball, Comerç i Industria, a la que acusó gravemente y sin aportar ninguna prueba de haber filtrado el informe del SOIB a Periódico de Ibiza y Formentera. Para Ruiz, lo grave del caso es que haya trascendido y que la ciudadanía sepa las acusaciones que hacen los inspectores del SOIB sobre el hasta el jueves primer teniente de alcalde de Hacienda y Administración Pública, Alfonso Molina. Pero lo grave no es eso, sino lo que dice el informe concretamente. Y lo que dice es de tal gravedad que Molina, que ya ostenta la condición de investigado en un caso de corrupción como es el caso ‘Eivissa Crea’, no podía seguir en el cargo por más que Ruiz y todo el equipo de gobierno de Vila quisieran.

Salvar a Molina.
Aún peor es la actitud de Joan Ribas, el concejal de Guanyem Eivissa, que considera que Molina no cometió ninguna ilegalidad, cosa que evidentemente no es lo que creen los inspectores del SOIB ni el conseller de Treball, que ayer volvió a respaldar el trabajo del Servei d’Ocupació. Al respecto hay que preguntar a todos los socialistas (y a sus socios de Guanyem) que tan sobreactuadamente defienden en las redes sociales la honradez de Molina, si dirían lo mismo si estuviera gobernando el Ayuntamiento el PP y las irregularidades detectadas por el SOIB afectaran a un concejal del PP. ¿Respaldarían que continuase siendo el concejal de Hacienda alguien a quien el Govern le reclama 27.000 euros (por ahora y que se sepa) por haber hinchado “ficticia y fraudulentamente” los costes de los cursos a parados para incrementar su beneficio a través de un “entramado societario”? Si son honestos, responderán que no.

Negueruela no es del PP.
De ahí que ahora Rafa Ruiz ataque al conseller Negueruela. Pero ha cometido un error brutal que cercena de plano cualquier aspiración política que pudiera tener en el PSOE. Las críticas al PP puede hacerlas cuanto quiera y como quiera, pero a un conseller socialista que, además, es el portavoz del PSIB, no le conviene. No gana nada con ello y le deja aún más en evidencia, porque demuestra que si él fuera el conseller, daría más credibilidad a la versión de un empresario amigo suyo que a la de los inspectores del SOIB.