La sentencia dictada ayer por la Audiencia Nacional sobre el ‘caso Gürtel’ confirma el peor escenario posible para la dirección estatal del Partido Popular, cuyo líder, Mariano Rajoy, todavía sostenía ayer el argumento de una sucesión de «casos aislados» para explicar los asuntos de corrupción. El fallo señala a la formación conservadora como la responsable, a título lucrativo y por un importe de 240.000 euros, de las fechorías que, entre otros, cometió su extesorero Luis Bárcenas.#El tribunal da por probada una trama de corrupción que financió campañas electorales en Pozuelo de Alarcón y Majadahonda. El tribunal condena a 29 personas, entre ellas al empresario Francisco Correa y al propio Bárcenas a 51 y 33 años de prisión, respectivamente.

Versión «poco creíble».
A excepción del presidente del tribunal, que emitió un voto particular, la sentencia considera «poco creíble» el testimonio que prestó el presidente Rajoy durante el juicio, al intentar dejar al PP al margen de los beneficios de la trama corrupta. La condena, pues, sitúa a los máximos responsables de la formación conservadora en una muy difícil tesitura, pero sin duda obligados a reaccionar. La estrategia de achicar responsabilidades ya no le sirve a un partido que ostenta la gestión del Gobierno de España. La única salida razonable, capaz de transmitir voluntad de regeneración, es un congreso extraordinario para renovar del primero al último de los cargos. Pero el riesgo político que conllevaría parece inasumible: el PP es rehén del propio Rajoy.

Que escampe la tormenta.
Así que el presidente, fiel a su modo de entender la política, tratará de que escampe la tormenta y que el ‘caso Gürtel’ quede tapado por el próximo escándalo, que con seguridad saltará en los próximos días o semanas. El PSOE estudia interponer una moción de censura, pero, ¿con los votos de los independentistas? Encallado en el poder, con tensiones internas y a merced de los embates de la oposición: de ese modo intentará Rajoy llegar a 2020.