Los quirófanos de Can Misses han tenido que ser cerrados de nuevo. Y otra vez ha sido por la aparición de moscas, lo que ha obligado lógicamente a la suspensión de las operaciones quirúrgicas y que el Área de Salud haya asumido directamente determinados servicios no sanitarios. Ya es la tercera vez que ocurre esta situación, que deja en entredicho la sanidad pitiusa y que genera aún más desconfianza sobre el propio Hospital de Can Misses, abierto hace tres años y que teóricamente debía ser un centro sanitario modélico, pero a la vista está que no ha sido así en absoluto.

Responsabilidad del concesionario.
No hay más responsable en este asunto de las moscas que la empresa concesionaria, que fue la que construyó el hospital y que después asumió gran parte de los servicios que una instalación así lleva aparejados. La gerente de Can Misses, Carmen Santos, no entiende que la empresa concesionaria dijese hace apenas 10 días que el tema de las moscas estaba resuelto y, sin embargo, se ha demostrado que no ha sido así. La situación de Santos es compleja porque tiene que convivir con una concesionaria que en demasiadas ocasiones no ha estado a la altura de las necesidades de Can Misses y, por ende, de lo que reclaman los ciudadanos y los pacientes de la sanidad pública de las Pitiusas.

Sanidad casi tercermundista.
Mientras los políticos pitiusos dedican muchas horas a discutir sobre asuntos menores, la situación de la sanidad de Ibiza y Formentera debería ser un tema para abordar con la mayor urgencia posible. Los servicios están por debajo de las necesidades de los ciudadanos, sobre todo si se compara con Mallorca. Lo de las moscas en los quirófanos puede ser un asunto menor, pero es el reflejo de las carencias de la sanidad, del modelo implementado, de los problemas estructurales de Can Misses y, sobre todo, de la dejadez de la clase política en abordar con seriedad los problemas de verdad y que tienen relevancia social.