Ante la contundente portada publicada ayer por este periódico, donde se podían ver decenas de viejos contenedores depositados en sa Pedrera de Can Coix, lo lógico es que a primera hora de la mañana el concejal responsable de Medio Ambiente, Pablo Valdés, explicase con todo tipo de detalles qué piensa hacer el Ayuntamiento de Sant Antoni, si permanecerán mucho tiempo, cómo se consintió esta situación y, lo más importante, a qué se debe que se ocultase a los ciudadanos del municipio. Pero Valdés ha vuelto a callar. No quiere dar explicaciones, ni él ni el alcalde de Sant Antoni, que guarda un silencio clamoroso. Estamos ante una situación vergonzosa que no ha merecido que ninguno de los responsables municipales haga declaraciones a este medio de comunicación.

Cambio de contrata.
Recordemos que la entrada de la nueva contrata del servicio municipal de limpieza de Sant Antoni de Portmany supuso el cambio de los contenedores, una medida más que necesaria, pero sí parece del todo innecesario es que se utilice sa Pedrera de Can Coix como depósito. ¿Qué hubiese ocurrido si un particular hubiera actuado de la misma forma? ¿Qué medidas hubiese adoptado el Ayuntamiento de Sant Antoni? Seguro que las multas no se hubieran hecho esperar.

Mala imagen.
Sorprende que el concejal Valdés, el combativo activista que procede de los movimientos vecinales, próximo a círculos ecologistas, haya permitido una aberración ecológica como la de Can Coix. Pero no es ese el único problema. Lo más lamentable que ni se digne a dar explicaciones, a justificar esta situación, si es que es justificable. Aún se espera, por cierto, explicaciones convincentes sobre las multas que la Policía Local impuso a Valdés y que misteriosamente se quedaron en los cajones sin que no las pagase, hace ya más de un año, hasta que este periódico lo publicó. El adalid de la transparencia y el buen gobierno en Sant Antoni ha resultado ser un gobernante opaco e inaccesible, que no rinde cuentas a la opinión pública de su gestión.