La entidad ecologista GEN-GOB junto a la Alianza por la Gestión Sostenible del Agua denuncian, una vez más, que millones de metros cúbicos de agua deficientemente depurada van a parar al mar provenientes de las estaciones depuradoras de aguas residuales de las Islas Pitiusas. Alertan también de que no se cumple con la legislación ambiental que establece los requisitos mínimos de depuración de aguas. Y que todo ello afecta negativamente al medio marino en general y a las praderas de posidonia oceánica en particular. Además, critican que solo el 60% de las aguas residuales están sometidas a un tratamiento terciario para eliminar virus y gérmenes; y de esa cantidad, solo el 7% se reutiliza.

Denuncia persistente.
No se trata de un asunto nuevo, aunque no por ello menos grave. Está claro que las once depuradoras de Ibiza y Formentera que gestiona la empresa pública Abaqua, no lo hacen de la forma óptima que sería deseable. Muchas de ellas se han quedado obsoletas y se requieren fuertes inversiones para mejorar los niveles de depuración y su capacidad, sobradamente desbordada en los meses estivales. Y todo ello es algo que vienen denunciando diferentes entidades desde hace mucho tiempo, sin que se perciba una respuesta clara a esta problemática que ya no admite mirar hacia otro lado.

Un plan consensuado.
Los partidos políticos de las Pitiusas deben ir de la mano y exigir al Govern autonómico que afronte el mayor problema que en materia medioambiental sufren las islas. Esto requiere un plan de inversiones a corto, medio y largo plazo, que no se completará en una única legislatura y que, por tanto, debe contar con el consenso de las principales fuerzas políticas, de modo que el compromiso sea general y la solución concierna a todos. No se puede seguir como hasta ahora, porque por más decretos de protección de la posidonia que se redacten, si las depuradoras no depuran y el agua se vierte al mar, el daño es mucho peor que el de los fondeos sobre las praderas.