Aunque no estén declaradas así oficialmente, en Ibiza hay zonas turísticas maduras que presentan una oferta obsoleta o muy deficiente, necesitadas de inversión pública para su modernización. Es posible que el Consell d’Eivissa tenga razón cuando su presidente y conseller de Turismo, Vicent Torres, destaca que para instar a esa declaración, debe haber una solicitud formal por parte del ayuntamiento correspondiente. Y que ningún ente local de la isla ha manifestado nunca ningún interés en ello. Pero zonas turísticas maduras en realidad las hay, sobre todo en Sant Antoni, Vila y Sant Josep. Negarlo es ponerse una venda en los ojos que a nada conduce.

57 millones que pasan de largo.
No parece que la Platja de Palma o Magaluf, en Mallorca, hayan resultado perjudicadas por la declaración de zonas maduras que en su día aprobó el Consell de Govern que presidía José Ramón Bauzá. De hecho, esa declaración permite ahora que la vicepresidenta del Ejecutivo autonómico se entreviste con la secretaria de Estado de Turismo, Bel Oliver, y le lleve una “carta a los reyes magos” pidiendo 57 millones de euros. Aunque no está nada claro que Oliver vaya a atender esa petición porque solo consta la alegría de la solicitante a la salida de la reunión por la buena acogida que tuvo su propuesta. Desde el Gobierno central nada se ha dicho al respecto.

Descoordinación.
El Consell d’Eivissa descarta por ahora la opción de declarar zonas turísticas maduras. El presidente Vicent Torres argumenta que para optar a financiación estatal y remodelar esos núcleos turísticos, no es preciso tal declaración, pues se puede hacer a través de otros mecanismos como los PIAT. Tiene razón. No es preciso, pero tampoco es un impedimento, porque los PIAT podrían seguir sufragando proyectos aunque existiese la declaración de zona madura. Las explicaciones que se ofrecen son bastante endebles. Y lo que se percibe es que ha habido cierta descoordinación y quizás descuido a la hora de actuar de la mejor forma posible. Otra vez.