Ayer este periódico les informaba del ataque que sufrió un ciclista en sa Talaia de Sant Vicent de sa Cala por parte de un perro de la raza Bull Terrier, considerado por su fisionomía como un perro potencialmente peligroso. El animal se encontraba suelto y sin correa ni bozal, lo cual está expresamente prohibido por la normativa.

Se da la circunstancia de que ayer se conoció la luctuosa noticia de la muerte en Madrid de un hombre de 81, enfermo de alzheimer, que fue atacado el sábado por tres canes de la raza Rottweiler. Su propietario fue detenido y será acusado de un delito imprudente.

Episodios graves

Aunque este tipo de sucesos afortunadamente no son habituales, sí son graves. La normativa establece unos requisitos para los propietarios de perros de ciertas razas consideradas peligrosas que con frecuencia no son respetados, ya sea por desconocimiento, por subestimar el riesgo que estos animales pueden suponer o por cuestiones de índole cultural.

Pero lo cierto es que estos animales, aún no habiendo mostrado jamás indicios de agresividad, pueden suponer un peligro y causar graves lesiones en el caso de que ataquen a una persona. La casuística así lo demuestra y la normativa, que exige tenerlos siempre bajo control, se dictó no por capricho del legislador, sino para evitar que episodios como los descritos se repitan.

Cumplir la normativa

Las autoridades correspondientes harían bien en impulsar más campañas de control de estos animales, para detectar preventivamente los incumplimientos que se puedan producir antes de que acaezcan episodios a lamentar. Y también sería positivo realizar más campañas informativas, de modo que los propietarios conozcan los riesgos que entraña una determinada raza de mascota.

A veces un lindo perrito se puede convertir sin causa aparente en un animal susceptible de causar lesiones graves. Las sanciones por llevarlos sin correa y sin bozal debieran ser contundentes, de modo que se disuada a quienes lo hacen, mucho más habitualmente de lo que sería deseable.