La caída, según las patronales del sector, de un 20 por ciento en las reservas hoteleras para la próxima temporada turística en Balears es un dato muy preocupante y que merece ser atendido. El incierto final del brexit y la bajada de precios en los principales destinos competidores, están haciendo mella en los mercados emisores más importantes para las Islas. Británicos, alemanes y nórdicos, por diversas causas, buscan en otros enclaves del Mediterráneo dónde pasar sus vacaciones. Es el fin de unos años en los que los conflictos y la inestabilidad política desviaron hacia España gran parte de la demanda turística europea.

Mantener la competitividad.
Ante esta coyuntura adversa, la actitud del Govern balear no puede ser darle la espalda a la realidad. El turismo es el principal motor económico de Balears y genera miles de puestos de trabajo, unos activos que no se pueden poner en peligro. Descartada la opción de la batalla por una bajada de precios, indeseable por otra parte, frente a nuestros competidores más directos, existen otras fórmulas que pueden suavizar el descenso en las reservas hoteleras. El papel de los gestores institucionales es decisivo pues en sus manos están buena parte de las herramientas para evitar una crisis local, pero no por ello menos grave, para miles de trabajadores de las Islas.

Ajustar la fiscalidad.
Las quejas hoteleras por la aplicación de la llamada ‘ecotasa’, cuya recaudación cubre variopintas necesidades y no todas relacionadas con el turismo o el medio ambiente, acaban tomando cuerpo ante la coyuntura que se avecina. Un observatorio conjunto, del Govern y los hoteleros, debe poder arbitrar medidas que palien unos vaticinios preocupantes que deben ser contrastados con la realidad. Cabe tener muy presente que en situaciones como ésta el llegar tarde puede acabar teniendo resultados catastróficos, y eso es lo que entre todos hay que evitar.