La presidenta del Govern, Francina Armengol, huyó de la recopilación de logros en su discurso con motivo del Dia de les Illes Balears, que conmemora la aprobación del Estatut d’Autonomia. En esta ocasión, optó por el tono institucional y solemne, alejado de la tentación electoralista ante las citas de los próximos meses. La ocasión lo requería. La tragedia que asoló el Llevant mallorquín volvió a ser recordada con dolor y con esperanza, una Medalla d’Or que comprime el espíritu de solidaridad que se vivió en las Islas durante aquellas aciagas jornadas. Como también es preciso reconocer los méritos del historiador Josep Massot por sus impagables aportaciones a la investigación de los hechos acaecidos durante la Guerra Civil.

El Régimen Especial.

No cabe duda de que la aprobación del Régimen Especial de Balears (REB) el jueves en el Congreso supone el colofón a una azarosa negociación con el Gobierno central. Su contenido no alcanza las necesidades reales de la sociedad balear pero, en definitiva, supone un pequeño avance. La presidenta huyó de la confrontación sobre esta cuestión, que ha requerido de la colaboración de todas las fuerzas políticas, además de los principales agentes sociales de Balears. La andadura del nuevo REB requiere alejarlo de la polémica y el debate cortoplacista. También se refirió a él Vicent Torres en su discurso de ayer, cuya consecución tildó de «hito histórico».

Huir de la crispación.

De la intervención de Armengol no pasó desapercibida su referencia a la «crispación», una dinámica de la que consideró que Balears no está resultando afectada pero que, sin duda, marca el ritmo de la actualidad en España. El inmovilismo y la intransigencia en el debate político se está convirtiendo, por desgracia, en una constante en nuestro país. La alusión al marco de diálogo y consenso que presidió la Transición que hizo la presidenta no fue gratuita. Los momentos actuales también requieren dosis de generosidad que algunos parece que no quieren aportar.