El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, anunció ayer en Bruselas una serie de medidas destinadas a paliar la rebaja «sustancial» en las previsiones de crecimiento económico en el seno de la Unión Europeo. La renuncia a una subida de los tipos de interés, que podría prolongarse hasta marzo de 2020, y la ampliación de las inyecciones de liquidez a las entidades financieras para facilitar la concesión de créditos son las decisiones más llamativas de la cúpula del BCE. El objetivo no es otro que reactivar la economía continental que vuelve a tener síntomas de agotamiento. De hecho, las previsiones se están revisando a la baja en un contexto de niveles de incremento muy discreto; en torno al 1,1 por ciento para este año.

Intervención inmediata.
A tenor de las palabras de Draghi, el Banco Central Europeo quiere salir al paso de un proceso que los técnicos de este organismo ya intuyen, una desaceleración cuya simple previsión ha provocado la alarma en las Bolsas europeas. Las incertidumbres se ciernen sobre la Unión Europea, donde el desenlace del ‘brexit’ sigue siendo una incógnita y marca la agenda política. De hecho hace unas semanas ya se lanzaron los primeros avisos sobre la ralentización de la economía alemana, una de las grandes locomotoras continentales. Las propuestas del BCE tratan de evitar un desplome y actúan a modo de prevención para asegurar líneas de financiación a los mercados. En la actualidad el tipo referencial del BCE es del cero por ciento.

Esperar las reacciones.
Las próximas semanas serán determinantes para calibrar el impacto de la estrategia del Banco Central Europeo de cara a la reactivación de la economía, muy necesitada de certezas para asegurar las inversiones. España, por su parte, no puede dar la espalda al nuevo escenario global que ha dibujado Draghi. Es importante estar preparados para cualquier eventualidad y no cometer los errores del pasado.