Los resultados de las elecciones generales del domingo sitúan al Partido Popular frente a un escenario devastador. El desplome ha sido de una magnitud inimaginable; incluso en circunscripciones como la balear donde históricamente gozaba de una situación privilegiada. La irrupción de la derecha radical de Vox ha dejado sin espacio político a la formación que preside Pablo Casado, que ahora se disputa con Albert Rivera el liderazgo del centro derecha español; los comicios locales, autonómicos y europeos del próximo 26-M serán la prueba definitiva sobre el futuro del PP y sus actuales dirigentes.

Abandono del centro político.
El discurso de Casado se ha construido a remolque de Vox. A medida que se acercaba la cita con las urnas, el líder del PP acentuaba el extremismo de sus propuestas, en especial en lo relativo a la situación en Catalunya. Al final, la percepción de los ciudadanos no era otra que la centralidad y moderación tradicional era un espacio que había sido abandonado. Tanto Vox como Cs han sacado provecho de este grave error. Queda por ver si el PP será capaz de rectificar para recuperar el importante terreno perdido y si ésta es una tarea que se pueda encomendar a Casado.

26-M, un escenario distinto.
Buena prueba de las consecuencias que ha tenido el comportamiento errático del PP son los resultados cosechados en Balears, donde ha quedado relegado al puesto de cuarta fuerza política; por detrás incluso de Ciudadanos. Y en las Pitiusas se sitúa como tercera fuerza, por detrás de PSOE y Podem. Así, las elecciones del próximo 26-M son una oportunidad magnífica, quizás la última, para saber si es posible el reencuentro de los conservadores con su base social en las Islas. El registro de la convocatoria es muy diferente al de la celebrada el pasado domingo, por eso será determinante para conocer la gravedad del descalabro sufrido por los ‘populares’. El tiempo de reacción es mínimo.