Formentera estrenó el lunes día 1º de julio la restricción a la entrada y circulación de vehículos, una medida pionera en todo el país y necesaria para todos: residentes y visitantes. Se trata de una medida con amplio consenso social y político, en la que estuvieron trabajando intensamente tanto desde el Consell de Formentera como desde el Govern de les Illes Balears. Una actuación derivada de una necesidad clara: poner coto a la llegada masiva de vehículos a la isla en los meses de verano y evitar la saturación que ocasionaban el la reducida red viaria insular. No se podía seguir mirando hacia otro lado y de ahí que de forma unánime haya sido bien recibido el establecimiento de cupos de entrada de vehículos de no residentes en la Pitiusa del sur.

Deberes sin hacer.
Sin embargo, la aplicación de la medida en su estreno pone de manifiesto que muchos turistas, principalmente extranjeros, desconocían la nueva obligación legal de obtener una autorización para circular con un vehículo particular durante los meses de julio y agosto. Aunque cuando se explica a los visitantes, la mayoría comprende la situación y aplaude la medida, el hecho de toparse con un imprevisto en sus vacaciones puede tener un efecto negativo. Así se valoró durante un Consell d’Entitats y las autoridades insulares se comprometieron a combatir este potencial obstáculo con una potente campaña de información. Pues bien, dicha campaña ha brillado por su ausencia y el desconocimiento de la restricción es más común de lo que sería deseable.

Hay que mejorar.
Toda implantación de una medida de estas características debe ser sometida a una exhaustiva evaluación, de forma que se mejore en todo lo posible y se eviten situaciones que puedan ser valoradas de forma negativa por parte de los turistas. Y parece evidente que hay dos aspectos claramente mejorables: por un lado, el transporte público; y por otro, la información a los turistas sobre el marco legal aplicable en cuanto a la circulación de vehículos particulares en la isla de Formentera.