El conseller de Medi Ambient y Territori del Govern balear, Miquel Mir, afirmó ayer durante su visita a Formentera que no tenía constancia de la carta que el anterior conseller insular de Medi Ambient, Gonzalo Juan, le remitió el día 5 de julio, poco antes de dejar el cargo. En ella le reiteraba su voluntad de sacar con vida a los ejemplares caprinos del islote de es Vedrà que sobrevivieron a la matanza de febrero de 2016 y a los que que posteriormente nacieron tras la polémica, cruenta e infructuosa medida, tan contestada por la sociedad ibicenca y por las entidades animalistas.

Podem pidió su destitución.
El nuevo conseller, que ya ocupó el cargo de director general de Espacios Naturales y Biodiversidad en aquel departamento cuando su máximo responsable era Vicenç Vidal, incurre nuevamente en la estrategia de negar haber recibido ninguna comunicación del Consell d’Eivissa al respecto de tan controvertido asunto. Pero tal proceder resulta inverosímil porque incluso este periódico informó de la misiva. Además, Mir ya actuó de idéntica forma al negar haber recibido el informe que por encargo del Consell elaboró la Universidad Autónoma de Barcelona, lo que motivó que los dirigentes de Podem Eivissa, Viviana de Sans y Gianandrea di Terlizzi, exigieran el día 9 de abril su destitución inmediata. Recordemos que Mir se escudó en que la comunicación del Consell d’Eivissa era comparable a un correo de Carrefour, ridiculizando la propuesta hecha por la institución insular que su Govern se había comprometido a respetar.

Partidario del exterminio.
El nuevo conseller que ocupa el cargo de Vicenç Vidal tras el veto de su formación, Més per Mallorca, insiste en ignorar y despreciar la opinión de la sociedad ibicenca. Y de sus manifestaciones se desprende su firmeza en repetir el exterminio a tiros de las cabras del islote. Ahora, además, afirma que no se pondrá en riesgo a ningún trabajador público para capturar a los animales, cuando ya hay sobre la mesa la posibilidad de evitar el menor peligro. Pero queda claro que desde el Govern y desde Mallorca no hay ninguna voluntad política de evitar una actuación cruenta que despierta un amplio rechazo social en las Pitiusas. Un grave error al inicio de la legislatura.