Resulta sorprendente la evolución de las agresiones al personal sanitario en Balears: casi setecientas durante el pasado año, doblando las contabilizadas en el ejercicio anterior. Este comportamiento se combate con la organización de cursillos de autodefensa entre los trabajadores. El aspecto más llamativo de este incivismo es que lo protagonizan en muchas ocasiones turistas ebrios o bajo los efectos de sustancias estupefacientes, pero también hay residentes que tratan de manera desconsiderada o violenta a estos profesionales. Por desgracia, esta actitud también alcanza a otras actividades, como puede ser el mundo de la enseñanza.

Más que autodefensa.
No cabe duda de que el personal sanitario más expuesto debe tener a su alcance los cursos de autodefensa frente a comportamientos violentos de los pacientes, pero esta medida no debe orillar otras que permitan llegar a la raíz del problema. Los profesionales de la medicina deben poder atender a todos sus pacientes en un clima de confianza y sosiego que no debe quebrarse. Es preciso recuperar determinados valores que nunca tendrían que haberse perdido. Las generalizaciones son, en este caso, injustas, pero las cifras estadísticas reflejan una tendencia que tiene que atajarse con contundencia.

Medidas eficaces.
La reforma del Código Penal de 2015, que otorgó la condición de atentado a la autoridad las agresiones a sanitarios y docentes, agravando las penas con hasta cuatro años de cárcel, no está teniendo el efecto disuasorio previsto. Hay por tanto que ahondar en la casuística para arbitrar medidas eficaces de contención, más allá de la inevitable autodefensa. Este tipo de comportamientos no es exclusivo de las Islas, aunque determinadas actividades de ocio, en los que se consumen alcohol y drogas, son un factor que alimenta este tipo de actitudes incívicas. Ante ellas hay que tomar las necesarias medidas de seguridad para evitar más agresiones.