El pleno que empieza hoy en el Congreso para la investidura de Pedro Sánchez debe acabar con el periodo de interinidad que abrieron las elecciones generales del 28 de abril. Han transcurrido casi tres meses -que han incluido unos comicios municipales y autonómicos- y hasta ahora no ha sido posible cerrar un acuerdo para que el secretario general del PSOE deje de ejercer como presidente del Gobierno en funciones. Los últimos movimientos en las complicadas relaciones entre socialistas y Podemos hacen prever que prosperará la investidura de Sánchez, quien el pasado 6 de junio recibió el encargo del rey Felipe VI parar formar nuevo Ejecutivo. Empezará entonces una legislatura difícil y complicada, con la participación de nuevos actores en la escena política española, que exigirá la normalización de relaciones entre Gobierno y oposición para superar la bronca y la crispación.

Programa y transparencia.
Pablo Iglesias ha renunciado, en un movimiento inesperado, a entrar en el Gobierno, pero habrá un Ejecutivo de coalición con ministros del PSOE y Unidas Podemos en lugar de monocolor. Esta era la petición nuclear del partido morado. No está todo decidido porque aún persiste la exigencia de Iglesias para designar a los miembros de Unidas Podemos que entrarán en el Consejo de Ministros. Más allá de los cargos, lo relevante es el programa, los objetivos y la transparencia que debe presidir la acción política del primer Gobierno de coalición de izquierdas en España desde la Segunda República.

Estabilidad y gobernabilidad.
Corresponderá a Pedro Sánchez, con la colaboración de Unidas Podemos, articular las mayorías parlamentarias que aporten estabilidad y gobernabilidad. El PSOE sigue hoy en La Moncloa con unos Presupuestos Generales del Estado prorrogados que Mariano Rajoy aprobó en mayo de 2018. La renovación del CNI, la cúpula de RTVE y numerosas medidas de reforma y modernización no pueden permanecer paralizadas.