Era de esperar que Pedro Sánchez perdiese la primera votación tras el debate de investidura, pero no de esta forma. El candidato socialista solo consiguió el voto afirmativo de su grupo (123 síes) y el del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), frente a 170 noes y 52 abstenciones. Ha sido la consecuencia de un debate mal planteado y de cómo se han desarrollado las negociaciones con su “aliado preferente”, Unidas Podemos, que se ha sentido humillado por el PSOE. Parecía que lo que deseaba el actual presidente en funciones era forzar una repetición de las elecciones, algo que denotaría una enorme irresponsabilidad.

Gobierno de coalición.
En España no hay tradición de ejecutivos de coalición al frente del Gobierno central. Es cuestión de cultura política y de saber ceder. Así se lo reprocharon a Sánchez distintos portavoces, desde Ana Oramas (Coalición Canaria), que le tildó de «soberbio», hasta Joan Baldoví (Compromis), que le llamó «pésimo negociador». A estas alturas solo queda jugar la carta de Pablo Iglesias, que tras ser vetado personalmente, ha renunciado a ser ministro. El pasado lunes el líder de Unidas Podemos estalló al sentir que su partido era ninguneado. Hay muchas diferencias entre ambas formaciones de izquierdas, pero una vez aceptada a regañadientes la fórmula de la coalición, no es serio ofrecer una vicepresidencia ‘florero’ y dos ministerios de nueva creación y escaso peso político.

Catalunya.
Otro gran error de Sánchez fue omitir en su discurso la cuestión catalana, el mayor problema al que se enfrentará el Gobierno. Los dos portavoces independentistas se encargaron de recordárselo, aunque de manera distinta. La más dura fue Laura Borràs (JxCat). Gabiel Rufián tuvo otro tono. ERC votó en contra pero dejó entrever un cambio si se llega a un acuerdo con Unidas Podemos. Quedan menos de 48 horas para que se consiga. Es sintomático que el partido morado haya pasado de un inicial no a la abstención. La pelota está ahora en el tejado de Pedro Sánchez. Mañana debe conseguir más síes que noes. De lo contrario su fracaso será estrepitoso y habrá que esperar a septiembre o a unas nuevas elecciones.