Las cuentas del Govern no salen. Al aplazamiento de las cantidades pendientes del Estado, como consecuencia de la interinidad del Gobierno, se suman nuevos compromisos financieros a los que hay que hacer frente. El cálculo inicial es que harán falta casi 1.500 millones de euros para poder pagar la amortización de la deuda global de este año, un repunte para poder devolver 875 millones de euros a las cuentas de la Hacienda estatal. Toda una ingeniería que deja perplejo al ciudadano, pero que tiene un origen muy sencillo: la deficiente financiación de nuestra Comunitat. La demanda de servicios obliga a incrementar cada año el volumen de la deuda pública.

Infrafinanciación.
Atendiendo al estudio de la Sindicatura de Comptes, la infrafinanciación de Balears es de 3.599 millones de euros. Esta cantidad se tiene que suplir con recursos añadidos mediante la emisión de deuda, con fondos procedentes del Estado o recurriendo a los bancos. Ahora esta última opción ha quedado de nuevo validada después de unos años de vetarse por sugerencia de la Unión Europea. El problema, a la vista está, es de dimensiones casi ya inabarcables. La dinámica generada, ir aumentando más y más el nivel de endeudamiento, garantiza un estallido a medio plazo de consecuencias impredecibles. Entonces, los planes de ajuste serán todavía más graves que los aplicados para contrarrestar la pasada crisis económica.

Romper la dinámica.
No por repetida hasta la saciedad pierde gravedad la denuncia. Balears sobrevive desde hace décadas con un modelo de financiación que no cubre los costes de los servicios públicos básicos y menos en igualdad de condiciones que el resto de autonomías. Ningún Gobierno, con independencia de su color político, ha querido resolver un modelo que no sólo castiga a las instituciones de las Islas, lo hace a sus ciudadanos. El simple lamento no resolverá el problema.