El Govern aprovechará los fondos de la ecotasa de 2019 para financiar proyectos propios que de otra forma no se podrían ejecutar por mor de los recortes que se avecinan en las cuentas de 2020. Así, centros de educación, promociones de vivienda pública y la línea de metro a la UIB, proyectos que nada tienen que ver con el medio ambiente y el turismo, serán financiados por los turistas que nos han visitado en los últimos meses con 55 millones de euros, más de la mitad del total repartido ayer. En general, la práctica totalidad de los proyectos aprobados ayer parten del propio Ejecutivo que, de esta forma, minimizará los efectos de su errática política presupuestaria. Este criterio ha dejado muy mal parados a los ayuntamientos y los consells insulares, las administraciones que curiosamente tienen más dificultades para acometer los proyectos.

Eivissa sale mal parada.
Más allá de que el destino de los recursos no se corresponda a la finalidad de un mal llamado impuesto sostenible y de que el Govern lo use para autofinanciarse, el reparto de ayer volvió a evidenciar la discriminación estructural que sufre la isla de Ibiza en el reparto de la ecotasa. No es de recibo que la recaudación se cifre en 19 millones de euros y que la inversión directa sea en el peor de los casos de 10,4 y el mejor de 15. Y que el Govern ha camuflado el tijeretazo a Ibiza con 4,7 millones de euros más en difusos proyectos conjuntos a ejecutar en todas las islas y cuya fiscalización es cuando menos difícil.

Revisión de los baremos.
El reparto de los fondos ha evidenciado una vez más la necesidad de revisar los criterios que se adoptaron en 2017 para establecer unos porcentajes mínimos y otros máximos y que año tras año se demuestran que benefician a Menorca y perjudican a Ibiza. No se sostiene y excede a cualquier principio de solidaridad interterritorial que una isla que recauda mucho menos porque tiene una menor actividad turística reciba más fondos de la ecotasa de forma sistemática.