Hoy publicamos algunas reacciones al alarmante dato de que uno de cada tres litros de agua potable, extraído del subsuelo o desalinizado, se pierde por las fugas que tienen las redes de distribución. El despilfarro es del todo inaceptable, especialmente en una isla en la que la falta de agua ya está paralizando desarrollos e inversiones sociales, como el centro educativo de Santa Eulària cuya tramitación urbanística requiere una modificación de las Normas Subsidiarias (NN.SS.) que Recursos Hídricos no aprueba porque no está garantizado el suministro de agua. Existe consenso en que es necesaria una fuerte inversión y de que mirar hacia otro lado es una enorme irresponsabilidad.

El centralismo del Govern.
Acierta el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, al anunciar la implicación de la primera institución ibicenca en las inversiones y al exigir un mayor compromiso del Govern balear. Es, sin embargo, una respuesta insuficiente ante la criticidad de la situación de partida y que obliga a pasar de las palabras, por muy críticas que sean, a los hechos. Hasta ahora de nada ha servido lanzar dardos contra quien tiene la competencia, por lo que persistir en la misma línea no obtendrá resultados distintos, lo que no invita al optimismo. Al igual que sucede en muchos otros asuntos, el centralismo del Govern y la arquitectura institucional de la Comunidad dificultan, gobierne quien gobierne, la solución a un problema cuya dimensión no es comparable en cada una de las islas. No hay duda de que si el problema del agua potable se diera con la misma instensidad en Mallorca, la repuesta y sensibilidad del Govern sería muy diferente a la mostrada hasta ahora con el problema ibicenco.

Pacto por el agua.
Es urgente que Ministerio de Transición Ecológica, Govern balear, Consell d’Eivissa y ayuntamientos diseñen conjuntamente una estrategia a largo plazo, pero que ha de implementarse de forma inmediata para revertir esta situación. No hay que escatimar recursos para mejorar la gestión integral del ciclo del agua, empezando por evitar ser los campeones del despilfarro.