Lmedianoche del viernes se hizo efectiva la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, el ‘Brexit’, aunque se inicia un período transitorio de once meses durante el que se pactará la desconexión institucional efectiva. Hasta entonces, los efectos prácticos del ‘Brexit’ son, en realidad, inapreciables tanto para los ciudadanos británicos como para el resto de europeos que integran la UE. Por tanto, el momento de anoche tiene un claro valor simbólico, además de su enorme trascendencia práctica en el futuro. Es imposible adivinar qué consecuencias reales acabará teniendo este divorcio político que ha quedado materializado.

Un desgarro británico y europeo.
El ‘Brexit’, derivado de un referéndum ganado por un escasísimo margen, ha dividido a la sociedad británica y es probable que acabe teniendo serias consecuencias en la política interna; los nacionalistas escoceses son claros partidarios del regreso a la Unión Europea. Por otra parte, el proyecto de la UE recibe un durísimo golpe que obliga a una seria reflexión sobre qué y cómo se gestionan las instituciones continentales, percibidas por los ciudadanos cada vez más alejadas de sus problemas. Así se cimentó el ‘Brexit’ y así puede expandirse a otros países. No puede olvidarse la corriente antieuropeísta, fomentada desde la ultraderecha, que ya tiene una considerable fuerza en los parlamentos de Hungría, Chequia, Polonia, Austria y España, entre otros.

Asumir la realidad.
Tendrá que pasar un tiempo para asumir el nuevo escenario que deja el ‘Brexit’, en el que España, y Balears en especial, tiene un lugar preeminente. Son miles los españoles que trabajan en Gran Bretaña y miles los británicos que residen en nuestro país. Las inversiones, el turismo, las exportaciones... Todo un cúmulo de relaciones que entran en una fase diferente pero que es imprescindible mantener y mejorar. Gran Bretaña sigue siendo Europa.