El fútbol podría reanudarse en julio en España, lo que supondría un paso más hacia la vuelta a la normalidad, después de haber finalizado el plan de escalda anunciado el martes por el Gobierno. Sin público, o con mucho menos de la capacidad de los estadios, y en fechas excepcionales —en pleno verano—, las dos ligas profesionales (Primera y Segunda División) preparan su regreso y tienen definida una parte de su hoja de ruta. El 4 de mayo se prevé el inicio de los entrenamientos inviduales y, quince días después, probablemente los colectivos. Unas semanas después, si la situación sanitaria del país lo permite, volverían los partidos.

Problemas para los clubes modestos.
El posible retorno del fútbol parece circunscribirse exclusivamente a las dos grandes ligas nacionales, fundamentalmente, porque son los únicos que podrán asumir los protocolos sanitarios que exigirá el Gobierno. Aunque la RFEF no lo ha anunciado oficialmente, es poco probable que el balonpié modesto pueda acabar la temporada, lo que obligará a tomar muchas decisiones de impacto, como la lucha por el ascenso en la que participa la UD Ibiza, entre otros, en los despachos.

Europa, dividida.
Aunque Europa está dividida en el asunto del fútbol (Francia y Holanda ya han anunciado que no se jugará y en Italia el gobierno es partidario de que no se reanude la competición), España ha empezado a activar los mecanismos necesarios para que el balón vuelva a rodar. En este sentido, no se puede obviar el componente económico que envuelve la decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Garantías sanitarias.
Los clubes necesitan recuperar los millonarios ingresos que perciben de la televisión para cuadrar sus presupuestos y eso sólo sucederá, si la Liga se reanuda. De hecho, una gran parte de ellos ya habían negociado rebajas salariales o, simplemente, activado ERTEs. Reanudar la competición futbolística forma parte de la ‘nueva normalidad’ que persigue el Gobierno, la clave está mantener las garantías sanitarias.