El sector turístico de las Pitiusas se niega a dar por perdida la temporada. El anuncio de la apertura de los puertos y aeropuertos de las Islas a los pasajeros nacionales y extranjeros a finales de junio ha reactivado las empresas aunque con enormes cautelas. La presión es enorme, como también lo es la incertidumbre. Las causas que han generado esta crisis no han desaparecido. La vacuna contra la COVID-19 todavía está por descubrirse, pero la industria turística –y no sólo en Balears– tiene un valor enorme en Europa, con múltiples ramificaciones que generan riqueza y dan trabajo a millones de personas.

A medio gas.
Esta temporada, y por utilizar una terminología amable, será insólita. Las cadenas hoteleras podrían abrir un 40 % de la planta. El dato es una muestra de la prevención con la que se afronta el período de mayor demanda. Los empresarios todavía están pendientes del efecto que tendrán los estímulos para reactivar el sector turístico. La propia secretaria de Estado de Turismo, Bel Oliver, se muestra escéptica respecto a la evolución de la campaña, según declara en la entrevista que aparece hoy en nuestro diario. Distintos países de la Unión Europea anuncian una acelerada apertura de fronteras e importantes ayudas para la reactivación económica. Pero el sector turístico español está pendiente de concreciones.

Muchas incógnitas.
Sin un remedio contra la COVID-19, el turismo recibe un golpe del que es muy complicado recuperarse, pero es inevitable intentarlo. Los retos son complejos. Superar las reticencias de los turistas a la salida de sus respectivos países, lograr precios competitivos frente a destinos competidores, garantizar una conectividad segura, mantener un control eficaz de la pandemia, implementar protocolos homologados en los alojamientos... Todo un cúmulo de inconvenientes, pero nuestros empresarios turísticos están dispuestos a superarlos.