El retraso del Ministerio de Sanidad a la hora de dar luz verde al plan piloto presentado por el Govern balear para atraer turismo en el mes de junio, del que no conoceremos la letra pequeña hasta que sea publicado en el BOE, presumiblemente hoy, deja prácticamente sin margen de maniobra a Ibiza y Formentera para atraer a alguno de los casi 11.000 alemanes cuyo viaje a Baleares ha sido autorizado a partir del lunes que viene. Mientras Mallorca espera la llegada de mil visitantes a partir de la semana que viene, gracias a que los turoperadores, en colaboración con algunas cadenas y compañías aéreas, ya estaban vendiendo paquetes turísticos, a pesar de no contar con la autorización, Ibiza y Formentera aún han de poner en marcha su plan. Mallorca juega con ventaja porque la idea partió de su empresariado con el objetivo de que sirviera como elemento clave para la promoción del destino. El Govern decidió ampliarlo al resto de islas posteriormente. La relación del mercado alemán con el sector turístico mallorquín es muy sólida, lo que sin duda contribuye a que sea más fácil poner en marcha una operación de este tipo en Mallorca que en Ibiza y Formentera.

Decisión lógica.
La elección de este país para realizar el plan piloto responde a tres elementos objetivos que no admiten discusión: Alemania forma parte de la Unión Europea, es un mercado emisor muy importante para Baleares, especialmente para Mallorca, y el control de la pandemia no puede compararse a otros mercados, como el británico. La decisión de apostar por Alemania no solo es comprensible, además es acertada.

Poco impacto.
El sector turístico ibicenco da por perdida la primera semana del plan piloto ante la imposibilidad de comercializar paquetes en tan poco tiempo. No descarta, en cualquier caso, que a finales de mes puedan llegar algunos turistas. También se espera que puedan aprovechar esta ventana propietarios de segunda residencia. El impacto económico será, pues, mínimo. El beneficio será asociar la imagen de Baleares a la de un destino seguro.