El comunicado adelantado ayer por Periódico de Ibiza y Formentera del Comité Ejecutivo de la Cámara de Comercio, órgano en el que, además de miembros de empresas de diferentes sectores, están representadas las patronales Caeb y Pimeef; la proliferación de brotes en todo el país, especialmente preocupante por su cercanía la situación de Cataluña; y la imposición de la mascarilla obligatoria por parte del Govern ante el riesgo de nuevos e incontrolados rebotres han devuelto al primer plano de la actualidad un debate que nunca ha sido cerrado: la necesidad de exigir un pasaporte sanitario a los visitantes que entren en Ibiza y Formentera.

Un acuerdo europeo.
Ni las Pitiusas, ni las Baleares, ni España han querido imponer un sistema de este tipo en solitario, con el lógico argumento de que se requiere un acuerdo, al menos, en el seno de la Unión Europea que, por la importancia estratégica del mercado, debería extenderse también al Reino Unido. El Consell d’Eivissa, al igual que el gobierno de Canarias, está colaborando en un plan piloto sobre el pasaporte sanitario que cuenta con el aval de la Organización Mundial del Turismo (OMT), lo que demuestra que, afortunadamente, el proyecto no ha sido aparcado. Que los turistas que entran en Ibiza y Formentera garantizaran un resultado negativo en un análisis PCR hecho un máximo de 48 horas antes eliminaría, casi por completo, el riesgo de volver al contagio comunitario y haría innecesarias muchas de las medidas que se están tomando, como la obligación de la mascarilla, salvo en la playa, la piscina, las terrazas y el campo.

Preocupante el puente aéreo con Barcelona.
Este diario desvela hoy que más de mil pasajeros entran a diario desde Barcelona sin ningún control gracias a las siete conexiones aéreas programadas principalmente por Vueling y también por Ryanair. La situación de Barcelona y el municipio colindante de Hospitalet ha empeorado en la última semana y preocupa a las autoridades sanitarias catalanas, máxime después del desconfinamiento en Lledia. La proximidad y el gran volumen de intercambio de personas entre ambos aeropuertos suponen un elevado riesgo de importación de casos.