Hasta el momento, la presidenta del Govern, Francina Armengol se ha venido mostrado implacable en la lucha contra el coronavirus, dando a entender que era mejor pecar por exceso que por defecto. Al inicio de la crisis, fue de las primeras en reclamar al Gobierno el cierre de los aeropuertos de Baleares, en sintonía con el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí; Baleares es la única comunidad que mantiene restricciones excepcionales en los horarios de cierre del ocio nocturno y mantiene las discotecas cerradas; ha desplegado un plan para acabar con las fiestas ilegales; fue de las primeras comunidades en decretar el uso obligatorio de la mascarilla; e incluso el Govern ha cerrado algunas calles de Magalluf y Platja de Palma para evitar el turismo de excesos.

Barcelona es preocupante.
Sin embargo, el domingo Francina Armengol desoyó la opinión de los expertos y, en una decisión política alejada del criterio técnico, no se atrevió a decretar la cuarentena obligatoria para los viajeros que provengan de zonas donde la propagación del virus está fuera de control, lo que hubiera supuesto de facto interrumpir la conectividad con Barcelona. No tiene sentido que la Generalitat de Catalunya recomiende a la población el confinamiento en el área metropolitana de Barcelona, donde se están produciendo centenares de nuevos contagios a diario (445 de los 755 de toda Cataluña, ayer), y lleguen a es Codolar más de mil pasajeros sin ningún tipo de control. Desde estas páginas hemos defendido que la única medida para evitar la entrada del virus son los análisis PCR en origen y que la toma de temperatura y la firma de un formulario son medidas de dudosa efectividad.

Salvar la temporada.
La justificación a todas las medidas que se han venido tomado hasta ahora ha sido que era necesario preservar la temporada, un mensaje que hasta el domingo había sido coherente y que no se sostiene con la tibieza demostrada en este caso. La ruta con Barcelona no en estos momentos un corredor aéreo seguro y los controles anunciados no frenarán la entrada de pasajeros asintomáticos.