Desde que la ciudadana alemana Corinna Larsen afirmó -en una conversación grabada por el excomisario José Manuel Villarejo- haber actuado como testaferrro del rey emérito, Juan Carlos I, la Justicia investiga la veracidad de esta acusación. La Fiscalía Anticorrupción indaga si el anterior jefe de Estado recibió comisiones por la adjudicación del AVE a La Meca. Los documentos remitidos desde Suiza a España han destapado cuentas en aquel país con ingresos no declarados a la Hacienda Pública por Juan Carlos. La repercusión pública que están generando estos «ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada» motivó que ayer tarde comunicase su «meditada decisión» de trasladarse fuera de España para que su hijo, Felipe VI, pueda desempeñar sus funciones «desde la tranquilidad y el sosiego» que exige la Jefatura del Estado.

La sombra que no protege a Felipe VI.
Esta dolorosa decisión, adoptada «con profundo sentimiento pero con gran serenidad» por quien ha sido Rey de España durante cuarenta años, persigue como principal objetivo salvar a la Monarquía española, porque la ejemplaridad exigible a Juan Carlos I está hoy seriamente cuestionada. Proyecta una sombra que ya no protege a Felipe VI, sino que constituye una severa amenaza. El rey emérito debe autoexiliarse para salvaguardar a la institución de la Corona en la persona de su hijo. Triste destino para quien vino de Estoril para aprender el oficio de rey y acaba expatriándose.

Don Juan Carlos, bajo sospecha.
Los relevantes servicios prestados por Juan Carlos I a España durante su reinado, con el hito del 23-F, cuando rechazó el golpe de Estado y se ganó el apoyo popular, se empezaron a cuestionar al declarar que «lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a pasar». Pero han pasado muchas cosas y Don Juan Carlos está hoy bajo sospecha. Al salir de España deja toda la responsabilidad y el futuro de la Monarquía en manos de Felipe VI y Doña Letizia.