El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo ayer una comparecencia pública para lanzar un claro mensaje de que la salida del país de don Juan Carlos no supone, en ningún caso, que se cuestione la institución monárquica. En su opinión, lo que está en cuestión son las personas, en este caso el comportamiento del rey emérito, y no el modelo de Estado. De este modo, el presidente quiso marcar una clara distancia con su socio en el Gobierno, Unidas Podemos, respecto al análisis y consecuencias de la decisión que dió a conocer la Casa Real en la tarde del pasado lunes.

Alivio gubernamental.
Salvaguardar al rey Felipe VI es, en estos momentos, un objetivo prioritario del Gobierno. La marcha, supuestamente voluntaria, de don Juan Carlos al extranjero –todo indica que podría instalarse en un resort de lujo en la República Dominicana– culmina una operación en la que Pedro Sánchez ha evidenciado su compromiso personal a pesar del importante coste político que le genera. Unidas Podemos critica la marginación informativa de la que ha sido objeto su secretario general y vicepresidente, Pablo Iglesias, que califica de huída el gesto del padre del Rey; el análisis contrasta con la calificación de «adecuada» por parte del presidente.

Blindaje inmediato.
Pedro Sánchez alude a responsabilidades personales cuando no hay, todavía, ninguna acusación formal ni imputación contra don Juan Carlos por parte de la Fiscalía. Se trata de evitar el deterioro político y social de la Monarquía que genera el episodio de presunta corrupción que protagonizó el padre del Rey, una dinámica que se quiere tratar de frenar en seco. No será sencillo, pero es la única opción. La cuestión divide al Gobierno y no son pocas las formaciones políticas que tratan de sacar rédito a la situación crítica en la que se encuentra la imagen de la Jefatura del Estado.