Durante los últimos días se han tenido que adoptar medidas drásticas para contener la extensión del coronavirus. En Balears ya son varias las zonas donde existen limitaciones de movimientos. En Ibiza, las restricciones afectan a Vila y Sant Antoni, donde se habían registrado un mayor número de casos de COVID-19 por habitante. Sin embargo, todo el foco político está en Madrid, que desde hace unos días se ha convertido en la comunidad autónoma con mayor número de infectados y muertos.

Madrid como arma política.
Hay que ser muy ingenuo para no ver que las críticas a Madrid van dirigidas personalmente a la presidenta Isabel Díaz Ayuso, del PP, cuya peculiar forma de gestionar la crisis la han colocado en el punto de mira. Desde que Madrid ha decidido limitar movimientos en una treintena de zonas, las críticas contra Ayuso se han intensificado, acusando, además, a la dirigente popular de perjudicar a los barrios obreros y olvidarse de las zonas más acomodadas de la capital. En esta campaña de acoso y derribo han participado también activamente políticos de Balears, que parecen más preocupados por la situación que vive Madrid que por el drama que se vive en su propio entorno.

La situación de Balears.
Si bien no hay que obviar el caso madrileño, conviene recordar cuál es la situación de Baleares. Con más de 130 casos por cada 100.000 habitantes se han tenido que limitar movimientos en barrios de Vila, Sant Antoni y Palma. En la capital mallorquina, además, las restricciones afectan a barrios de trabajadores, lo que la izquierda llama «barrios pobres» al referirse a Madrid. Además, el PIB en Baleares ha bajado un 40 por ciento y el turismo despareció desde hace semanas de las Islas. Baleares es una de las regiones españolas con mayor índice de paro y se teme un invierno dramático para miles de familias. Parece que hay más que motivos para preocuparse por Baleares antes que de Madrid.