EL deterioro de la economía balear aporta datos tan contundentes y preocupantes como los fondos de inversión, con capital ajeno a las Islas, que ya se están moviendo para comprar establecimientos hoteleros de empresarios del archipiélago; el desplome del empleo en el sector turístico durante este verano, con una caída del 29 por ciento; el aumento de impagados en un 60 por ciento por la caída de la actividad productiva, la falta de liquidez y la mala gestión del riesgo financiero; y un descenso global del 40 por ciento en el tercer trimestre -de julio a septiembre-, los meses de la denominada ‘temporada alta’, cuando se registra la mayor generación de riqueza. Un escenario que afecta, en mayor o menor medida, a todos los sectores y aboca a Balears a la recesión al coincidir la caída de demanda y la oferta, una combinación con efectos demoledores para la sociedad y la economía isleñas.

Situación adversa.
El resultado es el hundimiento del consumo y la inversión, lo que lleva al presidente de los distribuidores de alimentos, Bartomeu Servera, a afirmar que nunca antes la economía balear había vivido una situación tan adversa como la actual ; y al director de la Fundación Impulsa, Antoni Riera, a advertir que las empresas de Balears han de afrontar una coyuntura muy compleja a corto y medio plazo. Para superar este contexto plagado de dificultades y evitar caer en el desánimo, las administraciones deben incrementar la red de apoyo social a quienes carecen de empleo y, al mismo tiempo, aportar estímulos y medidas eficaces para impedir la desaparición de empresas.

No es momento de incertidumbres.
El actual momento exige decisiones. No es posible que persista la incertidumbre sobre los ERTE y si se podrán prolongar más allá del miércoles; o que el Gobierno de España no haya solicitado a la UE ayudas específicas para el turismo. Mantener el tejido empresarial y salvar los puestos de trabajo es el objetivo.